domingo, 14 de marzo de 2010

Y ME LA DEVOLVIERON…

- ¿Y qué harás entonces? – Orlando continúa dándole forma al muñeco de hielo que hacíamos a raíz de la caída de nieve en Dallas.

Ambos nos encontrábamos en el lago artificial cerca de los apartamentos.

- No lo sé – confieso colocándole las ramas secas al muñeco que harán las veces de brazos. En realidad no quiero pensar en el tema, tampoco deseo platicar del asunto con Orlando, pero es imposible él me ayudó tanto en el transcurso de ésta historia que no puedo hacerlo a un lado.

Habían pasado tres semanas que no sabía nada de Raquel y Amanda. No me creía el clásico cabrón que se vanagloriaba por tener a dos mujeres a la espera de una decisión. Al contrario, me tenía sumergido en una escalofriante angustia.

- Quizás debería dejar que ambas rehagan sus vidas y yo la mía.

- No wey, eso seria cobardía, es como tomar el camino más fácil y hacer felices a todos. Tú al igual que una de ellas mereces ser feliz – su mirada la tiene clavada en mi rostro y difícilmente puedo evadir su comentario -. Seamos claros y directos, en una esquina tenemos a una vieja que un día se levantó de la cama te mandó a chingar a tu madre, sorry pero así fue y regresó arrepentida porque el wey por quien te dejó hizo lo mismo con ella. Y en la otra esquina tenemos a una chaparrita que declama con madres. Buena onda, un poco directa con sus comentarios y sin querer te ayudó a salir de ese pozo donde estabas sumergido y no sólo eso, también ayudó a Raquel. Dos mujeres dentro del ring y sólo una sale.

- No seas mamón, esto no es broma.

- No estoy bromeando, simplemente te estoy facilitando las cosas. Y hay algo que quiero que sepas – me toma del brazo para que su comentario sea tomado en serio -, que no me inclino por ningún de ellas. La decisión la tienes tú para bien o para mal y yo te apoyaré así la vuelvas a regar otra vez.

- Gracias por tus palabras de aliento.

- Para eso estamos brother – responde sarcásticamente colocando al muñeco el sombrero viejo que había encontrado en mi cuarto.

Terminado el muñeco aparecen unos niños que empiezan a jugar alrededor y nosotros decidimos caminar. A pesar que la nieve cubre gran parte de la ciudad no se siente frío como para no salir de casa y la prueba es la cantidad de personas que vemos alrededor del lago.

- A propósito desde que te conozco nunca te he visto con una novia estable – Orlando me mira de reojo sorprendido.

- No solo tú has sufrido en esta vida – responde y baja su mirada por unos segundos -. Poco antes de conocerte estaba enamorado de una gringa. La amaba wey, era mi universo hasta que un día decidió regresar con su ex novio, y yo hecho un pendejo la seguía. Veía como ese cabrón le metía la mano. Le lloré, le supliqué que regresara conmigo, pero nunca lo hizo. Al pasar el tiempo me volví a encontrar con ella, pero ya no fue igual. Estaba sola, arrepentida, pero yo si la mandé a chingar a su madre y fin de la historia – sus últimas palabras sonaron ahogadas y pude ver unos ojos brillosos. Sin querer abrí la herida de mi mejor amigo.

- Creo que nos caería bien unas cervezas – le dije palmeándole el hombro y Orlando no puso objeción.

No entraré en detalles en cómo terminamos esa noche, porque no es de importancia en esta historia. Pero a la mañana siguiente estaba otra vez frente al espejo tratando de encontrar solución a mi dilema.

Tomé mi suéter celeste y salí de los apartamentos, quería despejar mi mente y terminé en un starbucks mezclado entre tantos estudiantes sumergidos en sus laptops. Deambulé por las calles con mi vaso de café tratando de acabar con esta maldita agonía, tratando de sopesar los recuerdos, y en todas salía la imagen de Raquel.

Otra vez estoy en mi apartamento mirándome al espejo dándome cuenta que muchas de mis facciones habían cambiado, que ya no era el mismo Jacob de hace ocho meses, que también mi entorno había cambiado, no frecuentaba a los mismos amigos, ya no era un adicto al trabajo y lo mismo sucedía con la mujer que siempre aparecía en mi mente.

Vuelvo a salir a la calle, Orlando aún no se recupera de la noche anterior, me lo dice con una voz quejumbrosa, así que decido comer solo.

Ingreso al restaurante y Virna, una de las meseras me conduce a una de las pocas mesas vacías. Lo curioso de este local es que es un restaurante latinoamericano, pero la mayoría de sus comensales son americanos. Saludo a algunos conocidos y a los meseros que son viejos amigos.

Virna me trae la carta y mientras decido por un platillo en especial siento que la señora que esta al frente mío no deja de observarme. Calculo que sobrepasa los cincuenta años, viste un vestido blanco que le da un aire fresco a su persona, pero lo más curioso es que me parece haberla visto en otro lugar.

Alzo la mano para saludarla con nerviosismo y regreso la mirada a la carta cuando siento que ella se levanta de su mesa y se acerca a la mía.

- ¿No eres tú el muchacho del blog, ‘devuélveme a mi chica’? – la pregunta me saca de cuadro. Sus cabellos blancos y largos se menean ligeramente por una corriente de aire que había ingresado cuando la puerta fue abierta.

- Creo que si – respondo.

- Cómo crees que sí. Lo eres, ¿si o no? – su voz suena más enérgica.

- Si lo soy.

Sin mi consentimiento trae su plato y se siente a mi lado.

- Me llamo Rosaura, soy mexicana de nacimiento, casada tres veces y espero que ésta sea la última por el bien mío y de mi nuevo marido – sonríe con una aire juvenil -. Y cambia esa cara. Que es muy simple explicarte de cómo sé lo de tu blog. Soy amiga de Gabo, el responsable de ‘Letra y Música’. Una vez nos encontramos por casualidad en un starbucks y me comentó algo de sus amigos y saltaste tú con tu blog – retoma su comida y pide otro jugo de naranja -. He estado en los últimas reuniones de ‘Letra y Música’ y fue cuando le puse mayor atención a tu blog porque estás contando algo real y como puedo ver seguro que aún no decides con cuál de las dos te quedarás.

Mi silencio le da la razón.

- Sabes que a veces no necesitas conocer a la persona toda una vida para saber si es un hijo de puta o un santo. Basta con leer parte de su vida como sucede contigo, eso incluye tu manera de escribir, tu estilo y la forma. Y ahora que te veo de cerca me doy cuenta que no me había equivocado – vuelve a sonreír.

Le digo a Virna el plato que quiero y Rosaura continúa comiendo con una familiaridad que me sorprende. Actúa como si fuéramos viejos amigos.

- ¿Entonces muchacho ya decidiste?

- Todavía no – mi voz suena apagada y un escalofrió recorre mi cuerpo. Siento vergüenza por la respuesta. Ella deja escapar un suspiro. Observa a su alrededor, la mayoría de las mesas están ocupadas por americanos lo que le da cierta confianza para seguir hablando.

- No quiero entrometerme en tu vida. Si regresas con Raquel, esta bien. Llegó arrepentida y según he leído es por quién más te inclinas a pesar que Amanda tiene lo suyo y me encanta como esa ratoncita declama. Entonces aquí viene la pregunta. Antes de dar el paso final ¿y ya te perdonaste a ti mismo?

- ¿Cómo?

- Vamos hijo, fácil es perdonar a alguien, en éste caso a Raquel, pero ¿ya te perdonaste a ti mismo? Eso significa que olvidarás todo lo que pasó con ella y nunca le reclamarás el por qué se fue de tu lado alguna vez, que le tendrás confianza. Y eso es perdonarte. Sacar de tu mente esos demonios que te atormentan hasta este momento y si no puedes es mejor que la dejes ir – una llamada inesperada a su celular rompió el ambiente, se levantó y no regresó a la mesa. Virna se acercó muy sonriente a recoger sus cosas.

- Se ve que te llevas bien con la hermana del dueño – me dice.

- ¿Qué?

- Si, la señora Rosaura es todo un caso. En realidad es la verdadera dueña del local, pero como siempre anda por aquí y por allá no nos llama la atención su llegada como sus inesperadas salidas.

De regreso al departamento la llamada de Orlando me trae a la realidad.

- Wey recuerda que hoy ‘Letra y Música’ cumple seis años y toda la banda estarán allá en Detapas, sé que es posible que no vayas, pero sólo te lo recordaba.

- Gracias bro… a propósito qué fue del problema que me comentaste de que no podías recuperar el texto de la entrevista a la modelo para la revista.

- Nada wey, pero no hay problema, empezaré otra vez de cero y creo que quedará más padre. A veces las cosas salen mejor así, escribiendo todo de nuevo. Wey te dejo tengo otra llamada.

No necesité ponerme por enésima vez frente al espejo para tener todo claro.

Esa noche llegué pasado las diez al restaurante, el espectáculo inició mucho antes. El lugar estaba abarrotado de gente. Orlando con mis demás amigos ocupaban las sillas de la barra. Gabo iba de un lugar a otro, tratando de saludar a todos y alentar a los artistas, y entre toda la gente pude ver a Rosaura que compartía la mesa con quien debía ser su actual esposo. Ella al verme no pudo dejar escapar una sonrisa justo cuando Amanda subía al escenario para demostrar el por qué siempre se llevaba los mejores aplausos de la noche.

domingo, 14 de febrero de 2010

OTRA VEZ SOLO

Me miro al espejo y veo a un Jacob diferente, diferente a aquel hombre que meses atrás estuvo a punto de pegarse un tiro, aquel que cometió un grave error al descuidar a la mujer que tanto me amó.

Veo a ese joven Jacob cuando luchó por conquistarla entre tantos pretendientes. Aquel que fue capaz de enamorarla sin el dinero o auto lujoso que tenía Rodolfo, o el verbo de Fernando, pero aún así ella decidió ser mi enamorada.

Miro todo en retroceso, y no puedo dejar de sonreír. ¿Cómo diablos la rutina va matando el amor? Antes de vivir juntos soñaba con pasar el resto de mis días junto a ella, compartir la cama, prepararle el desayuno. Mi corazón me decía que ella era la indicada y ella pensaba lo mismo y ante todo pronóstico por parte de su familia que le decían que conmigo no tenía futuro, no le importó.

Y regresando al presente me es imposible encontrar respuesta a la pregunta. ¿Quién realmente tuvo la culpa de su huida? Si leyeron mi blog desde el primer capítulo dirán que fui yo el cabrón, el culpable de que Raquel se haya ido con otro, y que luego como María Magdalena lloraba para que me la devolvieran sin importarme con quien haya estado.

Fueron momento horribles los que viví, las noches de insomnio que pasé recriminando mi estúpida actitud fueron incontables. Pasaron semanas en los cuales de no haber contado con el apoyo Orlando que a veces tuvo que pedir permiso en el trabajo quizás ya no continuara escribiendo este blog. Porque lo que ustedes leyeron en el primer capítulo fue sólo como la punta del iceberg de todo lo que pasó.

Estaba preparado para iniciar una nueva vida y fue cuando apareció Amanda, que fue como un regalo del Señor, una mujer que con su manera de ser y sus comentarios sarcásticos me había devuelto la confianza para rehacer mi vida y no cometer los mismos problemas pasados.

Pero el principal inconveniente no lo había solucionado. Las palabras que Raquel me dijo en "Letra y Música", me revolvían la mente. Ella buscaba una oportunidad y yo no podía negarlo seguía enamorado de ella, pero el amor de Amanda con su inmensa comprensión no sólo para mí sino también para con Raquel, me dejaban sin palabras. Y claro, aquella noche cuando apareció Alexander en el restaurante comprendí el por qué de esa ayuda mutua entre las dos.

- ¿Qué mierda quieres? ¡Lárgate de aquí! – le gritó Raquel en la calle frente a las personas que caminaban de un lugar a otro.

- Vine por ti – el aspecto del tipo era descuidado, nada comparado a como acostumbraba vestirse en sus buenos días. Y no le importó verme junto a Orlando. Lo que él quería era conversar con Raquel, tratar de remediar su error.

El espectáculo llamó la atención de muchas personas, Raquel observó a todos y sin decir nada tomó del brazo a Alexander y se lo llevó fuera de nuestras vistas.

- Wey ni se te ocurra seguirlos – me previno Orlando -, deja que solucionen sus problemas. Ese cabrón fue el culpable de todo este rollo. Raquel regresó, y si la vas a perdonar déjala que primero chingue a ese puto.

Cuando Raquel regresó al restaurante lo hizo junto con Amanda, ambas venían con lágrimas en los ojos. No dijeron nada, simplemente se sentaron por unos minutos más y luego me indicaron que era momento de regresar al departamento.

Durante el trayecto tampoco hablaron y yo no quise preguntar nada. Las lágrimas continuaban invadiendo sus ojos.

Raquel fue la primera en ingresar al apartamento para correr a su cuarto y cerrarlo con seguro.

- ¿Qué pasó? – por fin me atreví preguntar a Amanda que también corría tras sus pasos. Volteó a verme por unos segundos con esos grandes ojos negros.

- Nada y dudo que algún día ese perro pueda tener hijos – respondió e ingreso a la habitación para también cerrarla con seguro y yo tuve que dormir en el sofá.

Para cuando desperté Amanda preparaba el desayuno en la cocina. Había recobrado su estado de ánimo, cantaba una canción de Sabina –…y nos dieron las diez, las once….– no quise tocar el tema y me acerqué por un vaso.

- Raquel se acaba de ir – me dijo mientras bebía agua. Si no me ahogué con el líquido fue de milagro.

- ¿Y eso? – traté de que mi voz sonara natural, pero no podía negarlo un vacío invadió mi cuerpo.

- Alexander vino decidido a recuperar su amor. ¡Pinche hipócrita! – dejó escapar una sonrisa apagada -. Y no te hagas el pendejo, que siempre estuve al tanto de todo. Ella sigue enamorada de ti y tú… - se calló por unos segundos -. En verdad no lo sé, por más que intento penetrar en tus pensamientos no puedo. Y a veces también me pregunto qué mierda hago aquí contigo. ¿Por qué fui capaz de dejar que ella entrara en nuestras vidas otra vez? Pero luego me digo que era la única manera de saber si de verdad podíamos iniciar una buena relación.

- Y no lo estamos haciendo.

- Pero tu mente sigue pensando en ella. No pecaste carnalmente, pero ganas no te faltan.

- Puedo superarlo.

- No Jacob. No soy estúpida, estarás conmigo, pero seguirás pensando en ella o estarás con ella pero pensando en mí. Es por eso que también me iré ahora.

- ¿Qué?

- Tengo todo listo. Fue el acuerdo con Raquel. Te dije una vez, pediste que te devolvieran a tu chica y te llegaron dos. Y ha llegado el momento de elegir a una – finalizó para luego ir por sus cosas al cuarto y desaparecer tras esa puerta que meses atrás cruzó Raquel y yo sigo aquí frente al espejo sin saber qué hacer o por quién elegir.

Lo único que si sé es que esta historia ya esta por terminar y sólo espero que sí tenga un final feliz.

domingo, 24 de enero de 2010

LETRA Y MUSICA

Por si acaso ésta vez soy yo, y ya sé lo que habrán pensado cuando leyeron el post anterior. La historia es demasiado larga como para contarla, pero digamos que solucionar el impasse con Raquel no fue nada fácil. Ella muy suelta de huesos reconoció que ingresó a mi blog y publicó su versión y ustedes se enteraron de cosas que a veces es mejor no saber y más sí ciertos datos son de la persona con la que sales actualmente.

La discusión fue muy fuerte, pero otra vez Amanda defendió a Raquel, detalle que no lo esperaba. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo llegamos a éste extremo de tener en el mismo techo a mi ex novia y a mi actual pareja? Y en lugar que ambas se odiaran, sucedía todo lo contrario.

- Que más da, tú empezaste todo esto, ventilando tus problemas personales en tu blog. Ahora todos nuestros amigos están pendientes de lo que nos suceda en adelante – agregó Amanda con esa sonrisa que me engatusaba -. Y si así están las cosas seguiremos como si nada hubiera pasado – continuó -. Pediste se que te “devuelvan a tu chica” y te llegaron dos. No te quejes y aprovecha mientras puedas – finalizó apretándome los gemelos cuando me alistaba para asistir a ‘Letra y Música’ que organiza Gabo en el restaurante De Tapas en Adison.

Hasta allí no había problema. Todo estaba solucionado, a pesar que sabía que mis amigos se la agarrarían conmigo, pero estaba dispuesto a soportar sus bromas. De Amanda no me preocupaba, ella poseía una coraza para soportar cualquier broma y siempre sabía salir airosa con algún comentario sarcástico y directo, pero yo no poseía ese don para decir las palabras precisas en el momento preciso.

Y desde que mi vida personal se volvió pública nunca me imaginé ser el protagonista de ésta historia y una cosa era ser el centro de burla de mis amigos, pero otra era llegar acompañado de las dos. Sí, así como leen, Raquel quiso acompañarnos. Que a ella le daba igual lo que dijeran los demás, que ya había superado nuestra ruptura, que quería conocer a toda esa banda de ‘nacos’ de mis amigos.

Esa noche era la primera reunión del año de Letra y Música, una noche México-Colombiana, era lo que decía en la invitación que envió Gabo por el Facebook y para empezar el año con buen pie tocaría el grupo de cumbia: Los Konvers.

Cuando llegamos al local, que por cierto ya estaba lleno todas las miradas de nuestros amigos que estaban en la barra se centraron en nosotros. Orlando casi se ahoga con la cerveza que bebía al ver a Raquel.

Amanda tomó el incidente como algo normal, se acercó a ellos y los saludó a todos mientras al oído les decía algunas palabritas nada románticas –de eso estaba seguro– y de paso les presentó a Raquel como nuestra amiga. ¿Cómo estaba mi rostro? No lo sé, lo único que recuerdo de ese momento era que quería a los bomberos para que apagaran la quemazón que sentía en toda la cara. ¿Por qué diablos no me quedé en casa? Raquel ya estaba preparada para enfrentar a todo lo que viniera, pero su mirada estaba más ocupada en dar una inspección al local y a la clase de gente que se encontraba en las mesas y cuando su mirada se chocó con las de mis amigos, los escaneó de pies a cabeza.

- ¿Cómo estás wey? – Orlando me dio un fuerte abrazo para luego darme su chela -. Tómatela cabrón que estás con una cara de mierda – me susurró al oído -. Hola Raquel – la saludó. Ella sonrió

- No finjamos que nos llevamos bien. Sigo pensando lo mismo que escribí en el blog.

- Claro lo sé. Soy un bueno para nada y tu peor enemigo. El culpable del cambio de Jacob – respondió Orlando dándole un beso de Judas en la mejilla -. Tú tampoco me caes bien, pero por mi amigo aquí estoy.

Luego de las presentaciones buscamos una mesa vacía. Gabo iba y venia. Algunos cantantes y poetas aun no llegaban, pero se dio tiempo para saludarnos.

- Ni se te ocurra joderme cabrón – Amanda lo tomó por sorpresa.

- Esperaba todo, menos verte con Raquel.

- Ustedes los hombres nunca comprenderán a las mujeres.

- Claro que sí, como dijo Raquel, las dos tiraron con el mismo hombre, pero en diferente tiempo y ahora sucede lo mismo con Fabricio.

- ¡Vete a la mierda¡ Y mejor dime a qué hora subiré.

Eso era lo que me sorprendía de Amanda, en un momento podía ser la mujer más detestable y a los pocos segundos la más querida y sobre todo estaba llevando de los más normal el lío en que me había metido.

- ¿Y ahora qué piensa tu ex de los nacos de tus amigos? – preguntó Lalo cuando nos encontramos en la barra -. Que te puedo decir, el blog lo iniciaste tú, nosotros somos meros lectores de lo que les está pasando – finalizó brindando con su copa de vino.

Las burlas cesaron cuando Amanda subió al escenario y declamó el poema “Annabel Lee” de Edgar Allan Poe. El escenario otra vez fue suyo, los silbidos y aplausos contagiaron a Raquel que fue la primera en levantarse del asiento para aplaudir con más fuerza. ¿Qué tipo de conexión o amistad existía entre ellas? ¿Acaso el nombre de Alexander era la respuesta? ¿Por qué sentía que su amistad iba más lejos y no porque ambas habían cogido a los mismos hombres?

- Amiwis si tuviera que elegir entre las dos, estaría difícil. Amanda tiene un cabello y cuerpo envidiable, además declama con madres la chaparrita. En la intimidad no sé como sea – sonrió Claudia -. Pero tu Raquel, aparte de ser remamona se ve que tiene clase, muy fina, te mira por encima del hombro, pero sobre todo ‘clase’ para hacer lo que te hizo y algo me dice que el nombre de tu blog sigue teniendo sentido para ti – finalizó Claudia observando la mesa donde estaba Raquel con Amanda.

Pero lo mejor de la noche fue cuando Los konvers subieron al escenario. Las mesas se pusieron a un costado y la fiesta empezó.

Mis amigos –la banda de nacos, según Raquel– tomaron por asalto parte de la pista. Amanda me llevó de la mano y nos mezclamos con ellos ante la mirada de Raquel que se iba por la sexta copa de vino hasta que Orlando apareció a su lado y la sacó a bailar. Por unos minutos se olvidaron de su rivalidad para disfrutar del ambiente y por primera vez vi divertirse a Raquel. Sonreía cada paso que daba y luego no había canción que no bailara, y no sólo con Orlando sino también con mis demás amigos.

Cuando todo estaba bien Amanda recibió una llamada y a los pocos segundos estaba de regreso.

- Me prestas las llaves de tu auto.

- ¿Qué pasa? – de inmediato me levanté

- Es mi hermano. Ya se aburrió de la fiesta dónde estaba y quiere venir para acá.

- Te llevo.

- Prefiero ir sola, a él no le gusta este ambiente y terminaré llevándolo a casa, pero guarda energías para mi regreso que bailaremos toda la noche – me dijo con un beso en la boca. Tomó las llaves y desapareció.

- ¿Por qué tuvo que pasarnos esto a nosotros? – fue la primera pregunta de Raquel luego de enterarse de la salida de Amanda -. Ya pedí disculpas a todos tus amigos por mis comentarios en tu blog, pero lo que no deja de golpearme el pecho es esa pregunta.

- No lo sé. Y creo que esta de más volver a tocar el tema – traté de zafarme.

- Teníamos planes de matrimonio, pero a ambos no nos importó, a ti te interesaba más tu trabajo y yo resulté fugándome con otro hombre. Nunca hubiera imaginado estar en este ambiente, menos contigo. Me he divertido tanto, pero sabes lo que más me molesta – sus ojos se clavaron en los míos -. Es no poder divertirme contigo, tener que verte con Amanda y yo ser una mera espectadora de tus besos y abrazos.

- Tú quisiste venir con nosotros.

- ¿Es que eres tan imbécil? ¿Acaso no tienes sentimientos? Y quizás tengas razón, yo fui quien quiso venir, pero tampoco puedes negar la forma como me mirabas, y acéptalo aún sigues enamorado de mí, pero no puedes hacer nada porque piensas que traicionarías a Amanda, y creo que ya es tiempo que tomes una decisión o ¿crees que Amanda se fue de aquí porque lo quiso el destino?

- Qué diablos dices.

- No necesito explicarte para que comprendas. Pero hace tiempo que te devolvieron a tu chica – sonrió para luego ir a la barra en busca de otra copa de vino.

Me levanté de la mesa para seguirla, esta conversación teníamos que finalizarla. ¿Cómo era que Amanda se había ido a propósito? Pero la conversación tendría que postergarse cuando el personaje faltante de ésta historia apareció en escena.

Alexander desde la puerta contemplaba a Raquel hasta que ella se percató de su presencia. Cuando me disponía acercarme Orlando apareció a mi lado.

- ¡Aguanta wey, no la vayas a regar! – me sostuvo del brazo mientras ambos veíamos como Raquel salía del restaurante con Alexander.

domingo, 10 de enero de 2010

DEVUELVEME A MI CHICO

No, no se equivocaron al leer el título porque quién escribe soy yo, Raquel. Aproveché el momento que Fabricio no estaba en el departamento para escribir mi versión, aunque es posible que luego borre lo escrito. Y por favor guárdense sus comentarios, buenos o malos, porque desde que Fabricio empezó a escribir éste blog, que por cierto descubrí por casualidad cuando encontré los borradores en su laptop me sorprendió mucho, ¿cómo pudo ventilar nuestros problemas a todo el mundo?

Luego de tranquilizarme me fue fácil ingresar a su página, su clave es: ‘raquelyjacob’. Esto es muy gracioso, a Fabricio nunca le gustó su primer nombre, ahora sí, pero sobre todo que aún no me olvida así diga lo contrario.

Puedo ver la foto en blanco y negro que se bajó de Internet: un chavo con las manos en las bolsas, la cabeza cabizbaja, la capucha cubriendo todo su rostro, y a un costado su pequeña leyenda, clásico de un pendejo reprimido.

A simple vista un hombre que necesita apoyo moral, ¡ay por Dios, apoyo moral! Si el muy cabrón de inmediato me cambió por otra, una bajita con pelo chino color azabache –que por cierto le queda redivino. Como somos las mujeres de rajonas y yo en lugar de hablar mal de la desgraciada termino alabando su cabello.

Lo curioso del blog es que parte de lo que dice en su perfil es verdad. A Jacob nunca le gustó escribir y mi sorpresa fue encontrarme con textos bien redactados y sobre todo su gran memoria para recordar nuestras discusiones. Y no tengo por que negarlo, Fabricio escribió con exactitud lo que pasó el día que me fui, cuando regresé, la discusión reciente cuando salió del departamento y a los pocos segundos estaba de regreso para terminar de una vez la conversación.

Pero no nos desviemos del tema porque este capitulo no es para hablar sobre las destrezas de Jacob sino para dar mi versión de todo lo que ocurrió. Ustedes están al tanto que una mañana desperté y me largué sin dar la más mínima explicación dejando a Jacob en un pozo del cual salió al poco tiempo gracias a ese bueno para nada de Orlando.

Una vez escuché decir que el peor enemigo de una mujer es el mejor amigo de su pareja y los resultados saltan a la vista, Orlando tiene toda la culpa del cambio de vida de Fabricio. Fue él quien le presentó a un centenar de amigos, unos tipos que de seguro se vestirán como hippies, greñudos y apestosos. Unos completos ‘nacos’ y que entre ellos se filtró esa tal Amanda, aquella mamoncita que apareció para impedir que Fabricio me perdonara en un abrir y cerrar de ojos. Porque así fue, él no me perdonó, cuando yo juraba que lo haría derramando algunas lágrimas, echándole en parte la culpa, pero ni eso funcionó.

En estos cinco meses Fabricio había cambiado demasiado, ya no es más un esclavo del trabajo, tampoco era el tipo que salía o departía una noche con sus amigos en el departamento. Ahora su celular no deja de sonar bien por la arrabalera de Amanda o por Orlando y su banda de nacos poetas y cantantes.

Cuando Alexander me dejó abandonada en el hotel en Miami con algunos dólares en mi tarjeta de crédito, pensé en diversas alternativas. Estaba demás llorar, tenia que pensar con la cabeza fría y buscar salidas. Irme con mi familia a California no valía la pena, mis padres iniciaran la tanda de preguntas y saldría mal parada, llegar de sorpresa al departamento de Antonia que recientemente se había mudado a Houston no era factible, fue ella quien me animó a irme con Alexander y sus consuelos no serian de buen estimulo. Irme por un tiempo al D.F. tampoco merecía.

Mi única alternativa era regresar a Dallas y presentarme bien cara dura en el departamento que renté a medias con Fabricio e iniciar una reconquista. ¿Cuántos hombres no hacen lo mismo todos los días? No son ellos los que se largar con la primera vieja que les mueve bien el trasero y mandan a la mierda tres –o más– años de relación, y que al poco tiempo regresan como perros con el rabo entre las piernas pidiendo perdón, suplicando una oportunidad. Que los muy desgraciados se dieron cuenta que nosotras somos las indicadas para ser las madres de sus hijos. Lloran, suplican una oportunidad prometiendo una mil cosas, resaltando entre ese mar de promesas esa palabrita que tantas veces pisotearon como un chicle y que cuando nos tuvieron en sus manos les valía ver… sí esa palabra que encierra todo una responsabilidad y respeto: fidelidad. Pero cuando se trata de una mujer quien decidió cruzar la línea nos miran por encima del hombro y nos tildan de putas y zorras.

Pero aquí estoy dando la cara, aceptando que cometí un error, que no me salió el jueguito y si regresé es porque no tenia a dónde más ir, pero eso no era todo. Compartir el departamento con Jacob también significaba compartirlo con Amanda, porque fue ella que en lugar de votar en contra mía lo hizo a mi favor cuando apareció en la sala junto a Fabricio. Luego de las respectivas presentaciones ella no dejaba de observarme, pero no con ojos llenos de odio o ganas de partirme la madre. Todo lo contrario estaba serena, calmada con ese cabello chino que siempre anhelé tener. Lo que me pareció curioso fue que sin querer empecé a hablar en ingles y Fabricio me pidió que lo hiciera en español, la ‘arrabalera’ recién estaba aprendiendo el idioma.

Las condiciones o reglas eran mínimas, yo tomaría el cuarto de visitas. Tendría completa libertad en el departamento menos ‘tirarme a Jacob’, me lo dijo Amanda muy fresca frente a él que le siguió el jueguito, ¿cómo rayos pudo soltar semejante comentario? ‘Y eso no es nada’, me diría después Fabricio. ‘Siempre dice lo que piensa, con ella no hay medias tintas’. Pero la sorpresa no quedaría allí, no dicen que la vida real supera la ficción y eso es lo que pasa en éste triangulo amoroso o seria cuartero si es que siguen leyendo este capitulo.

Fabricio había salido para encontrarse con Orlando y ayudarle en una sesión de fotos de una modelo para la revista virtual que pensaban sacar cuando Amanda apareció en la puerta.

- Si buscas a Fabi – sin querer se me escapó el tuteo a mi ex –, acaba de salir.

- Lo sé por eso vine, quería conversar contigo a solas – otra vez estaba esa mirada penetrante y no la veía nerviosa. Tenia las manos cruzadas a la altura de sus pechos. Esto no me estaba gustando nada, empecé a arreglar la mesa del comedor como para hacer algo y ella se sentó en una de las sillas.

- Dime, ¿qué es lo más grande que has hecho por amor?

- ¿What?

Amanda se levantó de la silla y fue a la cocina para regresar con dos vasos de agua mientras yo intentaba encontrar respuesta en mi cabeza, pero estaba segura que la respuesta a esa pregunta no la encontraría en el entorno laboral o familiar, tenia que ser por alguien del sexo opuesto. Con una sonrisa a medias me ofreció uno de los vasos.

- Sé con quién te fuiste a Miami – soltó las palabras sin dejar de mirarme. Quise mandarle a chingar a su… pero me contuve, algo me decía que con ella debía de tener cuidado.

- Y si lo sabes, ¿por qué me lo dices? Además qué tiene que ver con la pregunta que me hiciste.

- Respuesta que no lo tienes de lo contrario ya lo hubieras hecho – sonrió llevando el vaso de agua a la boca -. Sabes, hace dos años conocí a un muchacho en Acapulco cuando estaba de vacaciones. Era de porte atlético, bien parecido, sencillo y sobre todo encantador. Detalles que te hacen imposible ignorarlo y terminé con él en la cama de un hotel. Fue el mejor mes que tuve en mi vida. Él era el hombre que había soñado, pero así como apareció, desapareció.

Este último dato capturó más mi atención.

- Mi galán se marchó y sólo me dejó una carta donde me agradecía por todo lo que habíamos pasado juntos. También me explicaba el por qué de su desaparición, una llamada de urgencia le motivó regresar a los Estados Unidos, su padre estaba grave. Pero al final de la carta se encontraba quizás el párrafo que aprendí de memoria y que me martillaba la cabeza a mi regreso a San Luís. “Por si algún día decides venir a los EEUU, aquí esta mi dirección y mi teléfono en Miami.

Al reconocer el teléfono de Alexander y la misma dirección de la casa donde estuve viviendo en Miami el cambio en mi rostro fue rotundo y de ello se dio cuenta Amanda.

- Sí Raquel, yo también fui una víctima más de Alexander y fue por él que dejé todo en México para venir a buscarlo, pero fue en vano, él ya estaba con otra.

Su naturalidad para hablar me sorprendió. Esto no podía ser posible, ambas habíamos tirado con el mismo hombre, pero en diferente tiempo.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Reencuentro entre Raquel y Fabricio

Raquel apareció un sábado por la mañana en la puerta, con el cabello despeinado y la ropa descuidada como si hubiera tenido una noche larga. Me fue fácil compararla como el día que se despidió de mi lado, y cargaba la misma bolsa cuando se marchó.

- ¿Puedo quedarme unos días hasta encontrar dónde vivir? – preguntó. Sus ojos estaban rojos, bien por haber pasado una mala noche o eran las secuelas de un llanto madrugador -. Si bien recuerdo el departamento lo sacamos ambos – se adelantó al ver que no retiraba el brazo de la puerta que impedía su ingreso.

¿Cuántas noches practiqué el sermón que le diría si es que la volvía a ver? Incontables. Decirle lo basura que fue al dejarme por un imbécil qué de seguro ahora lo había votado en alguna salida del freeway. Pero luego de leer su carta no tenía el valor para decirle alguna grosería o frase de despecho. Sólo le dije.

- El contrato se vence en un mes.

- Tiempo suficiente como para organizar mi vida y alquilar un estudio hasta mejorar mi situación económica – sin decir más levantó mi brazo e ingresó.

- ¡Puta madre, cómo chingaos fuiste tan pendejo de dejarla entrar después de lo que te hizo! – Orlando no hablaba, gritaba, por la estupidez que acababa de hacer.

- Será un mes – traté de minimizar el problema.

- ¡Wey, un mes que te hará la vida imposible¡ Treinta días que vivirás con ella. Wey, te conozco, terminarás perdonándola – suavizó las últimas palabras observándome a los ojos.

Quise recriminarle su falta de confianza en mí, pero no podía negarlo: verla de regreso fue como si también hubiera traído parte de mi alma. En conclusión estaba jodido hasta mis gemelos.

- ¿Y qué le dirás a Amanda? – Orlando me trajo a la realidad. Había congeniado muy bien con ella. Sus ojos negros –sin ayuda de los lentes de contacto– su estatura media, sus cabellos ensortijados -que siempre los tenia amarrados y su manera de pensar me había engatusado. Con Amanda no había tema que se excluyera en la conversación. Disfrutaba estar con ella en mi actual medio-departamento. Orlando tenia razón. ¿Cómo diablos iba a solucionar este problema?

¿Por qué esa persona regresa al departamento del cual una vez se fue? ¿No es suficiente el daño que te hizo qué necesita regresar para terminar el trabajo que no finalizó con su partida? Y lo peor es que el muy pendejo –ósea yo– todo el tiempo había creído que la herida estaba curada-cicatrizada y no era así.

Regresé al departamento luego de conversar con Orlando en un pub. La sala continuaba igual, algunas botellas de cerveza de la noche anterior cuando llegaron algunos amigos que estaban ensayando unos temas para tocar en “Letra y Música” y terminamos con las ocho cervezas que habían en la refrigeradora.

Pero recordé que en el cuarto se hallaban algunas prendas –blusa-brasier-ropa interior– y el bolso de Amanda que se había olvidado por la mañana antes de regresar a la casa de sus padres.

Encontré a Raquel descansando y sosteniendo con su mano derecha la blusa y la ropa interior que encontró junto al bolso.

¿Cómo iba a manejar esto? No lo sabía. Amanda no era estúpida como para tragarse el cuento de que Raquel era una amiga. No la conocía, pero estaba al tanto de todo porque yo mismo le conté la historia la primera noche cuando se suponía que la llevaría a casa y terminamos en la mía con una botella de tequila, pero sin contacto sexual.

Llamé a Orlando para que viniera por mí. Prefería pasar el mes en su departamento que perder a Amanda. Metí algunas prendas al maletín que uso para ir al gimnasio. Al tener todo listo –ropa-zapatos-laptop-ipop- ingresé a ducharme.

¿Hasta que punto seguía siendo un pendejo? Llamé a Orlando para que viniera por mí, no quería usar mi auto. Pensaba dejar las llaves por si Raquel necesitaba movilizarse porque no vi su carro en la cochera.

Cuando salí de la ducha Raquel estaba despierta esperándome a un metro de distancia con ambas prendas en las manos como pidiendo una explicación de lo que había pasado en su ausencia.

- ¿Quieres que te lo cuente con lujo de detalles o sólo lo necesario? – sus ojos echaron chispas de odio, me tiró las prendas en la cara y me empujó bruscamente para ingresar al baño.

Recogí las ropas de Amanda y las metí en su bolso. Tomé mi maletín y no había más qué hacer en el departamento. Cuando estaba por abrir la puerta Raquel daría la primera estocada, quizás la más fuerte.

- ¿Por qué no me detuviste cuando te dije que me iba? Te esperé en la cochera por más de media hora y tú nunca saliste, simplemente me dejaste ir sin luchar, sin pedir una explicación.

Escuché sus palabras sin voltear. No quería verla a los ojos, ellos me sepultarían de por vida.

- Estoy segura que en todos estos meses siempre fui yo la culpable de todo. Raquel fue la desgraciada, la puta que se aprovechó del pobre Fabricio. Y la realidad es otra, no sabes cuánto sufrí tomar ésta decisión. No sabes cómo me costó asimilar el aroma y la respiración de un hombre que no seas tú, pero eso qué importaba. El maldito cabrón que me pidió matrimonio no fue capaz de detenerme.

- Tú me pediste que no te detuviera – le dije dejando caer al piso de madera el maletín y la bolsa de Amanda para luego voltear a ver a Raquel.

- ¿Y no se te ocurrió por un segundo que era mi último aviso para que me detuvieras? – tenía las mejillas llenas de lágrimas y se acercaba lentamente -. Éramos una pareja con planes de matrimonio. ¿Eso no contaba para ti? ¿No te daba el derecho a pedirme una buena explicación?

- Puedo tener la culpa de todo lo que me acusas, pero no puedes culparme por tus actos. Sino querías nada conmigo te hubieras ido junto a tu familia, con Antonia, tu mejor amiga, o alquilado un departamento. Y quizás la distancia, el intentar comunicarnos otra vez nos hubiera dado otra oportunidad, pero decidiste salir de la casa para irte con ese imbécil. Yo no te obligué a flirtear con él.

- Los imbéciles son ustedes que creen que toda huida de una mujer es por que buscaba sexo. ¡Pendejos! Eso lo podemos hacer sin que ustedes se enteren. Yo buscaba libertad, buscaba amor, buscaba no sé… que todo volviera a ser como antes – sus ojos no se despegaban ni un momento de mi rostro. Estaba decidida a continuar la conversación.

- Si dices que dejé de ser atento, detallista y egoísta. De qué te sirvió entonces cruzar esa puerta con tus cosas. ¿dónde se quedó esa Raquel decidida a iniciar una nueva vida, alejada del pendejo de Fabricio? Te hacia en Miami o New York caminando de la mano con Alexander, respirando otros aires. No más veranos insoportables en Dallas. Te fuiste y acepté tu partida como acepté tu regreso. ¿qué más buscas?

- Saber por qué me dejaste ir así de fácil.

- ¿Qué hubiera cambiado? Yo seguía en lo mío y tú hubieras seguido almorzando con Alexander. No hay nada más que hacer o decir. Adiós boda, adiós luna de miel, adiós relación.

- ¡Eres un hijo de puta! – gritó tirándome el anillo que una vez se lo di. Lo mas curioso era que ya no sentía temor de lo que pudiera pasar en los siguientes días. El enfrentarme con ella me demostró que quizás tenia razón, que la había dejado de amar mucho antes y yo sin querer no me había dado cuenta. Que el único culpable de todo este lío era yo y sólo yo. Que nunca debí brindar o pedir que me devolvieran a mi chica. Ella había estado bien fuera de aquí y ya no la quería de regreso.

- ¿Sabes cual es la diferencia entre tú y yo al cruzar esa puerta como tú lo hiciste aquella vez? – Raquel arqueó las cejas extrañada por la pregunta y ansiosa por la respuesta cruzó las brazos bajo sus pechos -. Es que yo no hubiera regresado – fue lo último que le dije mirándole a los ojos antes de abrir la puerta mientras me la mentaba a diestra y siniestra.

Pero ya afuera me sentí una basura, no tenia por qué huir. Raquel había expresado su punto de vista y yo el mío. Ambos descargamos nuestra rabia y era momento de sentarnos a conversar como seres humanos y tratar de solucionar nuestros problemas. ¿Una posible reconciliación a la vista?...


domingo, 6 de diciembre de 2009

Raquel escribe

¿Qué falló en la relación? Fui encontrando las respuestas después de la partida de Raquel. ¿Por qué fui tan estúpido al no darme cuenta de los mensajes que me iba dejando? Y yo –típico hombre– no tomaba interés a sus comportamientos, a sus desganas a la hora de hacer el amor, a pasar por alto sus desplantes para comer juntos, la disminución de sus mensajes: ‘espérame desnudo, tengo ganas de estar contigo, gordito recuerda que te amo’ y su poco interés por salir juntos a alguna fiesta que nuestros amigos nos invitaban.

Señales que nosotros los hombres cuando empezamos la relación somos los primeros en detectarlos, y somos detallistas en todo: la abrazas en la calle –o le tomas de la mano– levantas tu plato de la mesa, lavas los trastes, te levantas todos los fines de semana a limpiar el departamento para que le demuestres que contigo no se equivocó, que eres el hombre perfecto para ella, pero cuando la tienes segura, te olvidas de ser minucioso.

No te das cuenta que desapareció toda la tarde para cortarse el cabello –o pintárselo– para ti y luego ni siquiera lo notas y si te das cuenta no le comentas lo bien que le queda. Olvidas la fecha de aniversario y demás cosas que no necesito seguir redactando para saber que la regué.

Lo acepto cometí parte o en su mayoría estos errores. Olvidé que el amor no es sólo sembrarlo y dejar que la naturaleza se encargara de su crecimiento.

Hombres y mujeres acostumbramos a echar la culpa al trabajo, al estrés y toda una gama de etcéteras y que sólo reaccionamos cuando esa persona ya esta lejos sin el boleto de regreso.

Ahora no culpo a Raquel, tampoco me culpo, tengo suficientes problemas como para cargar con el más pesado –el saber que se fue por mis errores– nada de ello.

Raquel se fue y punto, ya superé su partida y han pasado cinco meses que no sé nada de ella.

Para no tener que soportar los ojos de compasión de conocidos opté por hacer nuevas amistades y Orlando tiene mucho que ver en esta nueva vida. Sus trabajos independientes como diseñados grafico me llevó a conocer a un grupo que se hace llamar “Letra y Música” donde conocí a poetas, pintores, actores, escritores y cantantes, quienes se reúnen el último sábado de cada mes en un restaurante donde una vez llegué acompañando a Orlando. De inmediato empezamos por las presentaciones, con hombres y tomándonos más de tiempo en las mujeres que por cierto no estaban nada mal. Mi celular se llenó de nuevos números telefónicos y mi departamento terminó siendo el punto de reunión de algunos amigos(as) para los otros fines de semana.

Que un cumpleaños por aquí, que es la quema de otro por allá. ¿Que qué celebramos? Después de la tercera chela lo sabremos, decía Orlando con tal de verme fuera del departamento.

Era el nuevo del grupo y por ahí había una que otra chava que me movía el tapete, pero midiendo carnal, repetía en mi mente.

Pero ahí estaba yo conversando con Ana Maria, la amiga del guitarrista, con Luciana, la cantante de un grupo de rock que hablaba toda fresa, recordando una y otra vez que su novio no la apoyaba, que prefería quedarse en casa y bla, bla, bla. Y no estuvo tranquila hasta que su propia amiga le dijo, si tanto jodes llámalo y mándale a chingar y tirate a alguno de estos cabrones, y si no harás nada entonces cierra el pico y sigue tomando.

‘Después de 1,460 días de vivir contigo me cansé de esperar que el travieso de Fabricio de quien me enamoré volviera y todo fuera como antes. Que me tomaras en cuenta y evitaras al menos por un día llegar sin ese maletín de cuentas y la laptop para finalizar el trabajo en el escritorio de la sala.

Cansada de estar siempre ahí para ti, que pensaras que porque vivíamos juntos era suficiente para estar feliz a tu lado. Olvidaste nuestro aniversario hace una semana y Alexander me hace reír a mares, es buena honda y disfruto almorzar con él porque me recuerda a ese Fabricio que me robó el corazón hace cuatro años y un jueves a primera no me importó las consecuencias que podía pasar al decirte que me iba del departamento.

No fue fácil tomar la decisión, pero no había otra salida. Me cansé de vivir con un fantasma, de darme cuenta que la relación no era solo sexo, que el bote para llegar a la orilla necesitaba de dos personas remando en la misma dirección y no cada uno por su lado. Necesitaba sentirse viva y no estar siempre con el salvavidas para ayudar a un imbécil, que se había olvidado que su novia también lo necesitaba.

Poco me importa lo que piensen nuestros amigos, lo único que quiero es recuperar mi libertad y Alexander es mi boleto, mi empujoncito para salir del departamento que era como mío, porque fui yo quién eligió los colores –el Amarillo en la sala para generar mayor luminosidad y el naranja para la cocina. Nuestras fotos enmarcadas junto al de tus padres y los míos, los muebles fueron mi elección. Te amaba Fabricio no sabes cuánto, pero seguir a tu lado me estaba matando’.

Te deseo lo mejor para ti.

Cuídate mucho.

Raquel.

Encontré esta carta por casualidad cuando revisaba el dato en un libro de García Márquez. ¿Qué puedo decir? ¿Cuál es mi defensa? No la tengo, simplemente fortalece lo escrito por mí líneas atrás.

Hallar la carta me desconcertó, anduve pensativo por varios días y de ello se dio cuenta Amanda, una amiga declamadora que conocí en Letra y Música. Ella llegó una noche traída por el amigo de un amigo y se robó el show con dos poemas de amor. El sentimiento, su manera de desplazarse en el escenario, su manejo vocal, y sus gestos actorales nos asombraron. Todos quería felicitarla en persona, ofrecerles su amistad mientras yo me mantenía alejado –sentado en la barra– con una cerveza en la mano.

Cuando la reunión finalizó y estaba por subir a mi auto apareció ella. “ ¿Eres gay? Me preguntó. Todos tus amigos se acercaron a felicitarme y tú fuiste el único ‘ojete’ que no lo hizo. El viento nocturno meneaba sus cabellos chinos dificultándome ver su rostro. Tú mejor que nadie sabes que lo hiciste bien, le dije con una media sonrisa. No necesitabas otro barbero.

Eres un mamón. Y algo me dice que actúas así porque una vieja te apuñaló sin piedad en el corazón. Encontró respuesta en mi silencio. ¿Me puedes llevar a mi casa? Así me cuentas cómo sucedieron las cosas, me dijo sin darme alternativa para decirle que no.

A partir de la tercera semana a veces se quedaba a dormir conmigo con esa manía suya de dejar siempre algunas prendas en el cuarto que terminaba lavándolas.

Pero las palabras de la carta que guardaba siempre en mi billetera aparecían en mi mente. Y así como Raquel tuvo los huevos para irse los tuvo para regresar al departamento una mañana sin saber yo qué hacer o decir.