domingo, 24 de enero de 2010

LETRA Y MUSICA

Por si acaso ésta vez soy yo, y ya sé lo que habrán pensado cuando leyeron el post anterior. La historia es demasiado larga como para contarla, pero digamos que solucionar el impasse con Raquel no fue nada fácil. Ella muy suelta de huesos reconoció que ingresó a mi blog y publicó su versión y ustedes se enteraron de cosas que a veces es mejor no saber y más sí ciertos datos son de la persona con la que sales actualmente.

La discusión fue muy fuerte, pero otra vez Amanda defendió a Raquel, detalle que no lo esperaba. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo llegamos a éste extremo de tener en el mismo techo a mi ex novia y a mi actual pareja? Y en lugar que ambas se odiaran, sucedía todo lo contrario.

- Que más da, tú empezaste todo esto, ventilando tus problemas personales en tu blog. Ahora todos nuestros amigos están pendientes de lo que nos suceda en adelante – agregó Amanda con esa sonrisa que me engatusaba -. Y si así están las cosas seguiremos como si nada hubiera pasado – continuó -. Pediste se que te “devuelvan a tu chica” y te llegaron dos. No te quejes y aprovecha mientras puedas – finalizó apretándome los gemelos cuando me alistaba para asistir a ‘Letra y Música’ que organiza Gabo en el restaurante De Tapas en Adison.

Hasta allí no había problema. Todo estaba solucionado, a pesar que sabía que mis amigos se la agarrarían conmigo, pero estaba dispuesto a soportar sus bromas. De Amanda no me preocupaba, ella poseía una coraza para soportar cualquier broma y siempre sabía salir airosa con algún comentario sarcástico y directo, pero yo no poseía ese don para decir las palabras precisas en el momento preciso.

Y desde que mi vida personal se volvió pública nunca me imaginé ser el protagonista de ésta historia y una cosa era ser el centro de burla de mis amigos, pero otra era llegar acompañado de las dos. Sí, así como leen, Raquel quiso acompañarnos. Que a ella le daba igual lo que dijeran los demás, que ya había superado nuestra ruptura, que quería conocer a toda esa banda de ‘nacos’ de mis amigos.

Esa noche era la primera reunión del año de Letra y Música, una noche México-Colombiana, era lo que decía en la invitación que envió Gabo por el Facebook y para empezar el año con buen pie tocaría el grupo de cumbia: Los Konvers.

Cuando llegamos al local, que por cierto ya estaba lleno todas las miradas de nuestros amigos que estaban en la barra se centraron en nosotros. Orlando casi se ahoga con la cerveza que bebía al ver a Raquel.

Amanda tomó el incidente como algo normal, se acercó a ellos y los saludó a todos mientras al oído les decía algunas palabritas nada románticas –de eso estaba seguro– y de paso les presentó a Raquel como nuestra amiga. ¿Cómo estaba mi rostro? No lo sé, lo único que recuerdo de ese momento era que quería a los bomberos para que apagaran la quemazón que sentía en toda la cara. ¿Por qué diablos no me quedé en casa? Raquel ya estaba preparada para enfrentar a todo lo que viniera, pero su mirada estaba más ocupada en dar una inspección al local y a la clase de gente que se encontraba en las mesas y cuando su mirada se chocó con las de mis amigos, los escaneó de pies a cabeza.

- ¿Cómo estás wey? – Orlando me dio un fuerte abrazo para luego darme su chela -. Tómatela cabrón que estás con una cara de mierda – me susurró al oído -. Hola Raquel – la saludó. Ella sonrió

- No finjamos que nos llevamos bien. Sigo pensando lo mismo que escribí en el blog.

- Claro lo sé. Soy un bueno para nada y tu peor enemigo. El culpable del cambio de Jacob – respondió Orlando dándole un beso de Judas en la mejilla -. Tú tampoco me caes bien, pero por mi amigo aquí estoy.

Luego de las presentaciones buscamos una mesa vacía. Gabo iba y venia. Algunos cantantes y poetas aun no llegaban, pero se dio tiempo para saludarnos.

- Ni se te ocurra joderme cabrón – Amanda lo tomó por sorpresa.

- Esperaba todo, menos verte con Raquel.

- Ustedes los hombres nunca comprenderán a las mujeres.

- Claro que sí, como dijo Raquel, las dos tiraron con el mismo hombre, pero en diferente tiempo y ahora sucede lo mismo con Fabricio.

- ¡Vete a la mierda¡ Y mejor dime a qué hora subiré.

Eso era lo que me sorprendía de Amanda, en un momento podía ser la mujer más detestable y a los pocos segundos la más querida y sobre todo estaba llevando de los más normal el lío en que me había metido.

- ¿Y ahora qué piensa tu ex de los nacos de tus amigos? – preguntó Lalo cuando nos encontramos en la barra -. Que te puedo decir, el blog lo iniciaste tú, nosotros somos meros lectores de lo que les está pasando – finalizó brindando con su copa de vino.

Las burlas cesaron cuando Amanda subió al escenario y declamó el poema “Annabel Lee” de Edgar Allan Poe. El escenario otra vez fue suyo, los silbidos y aplausos contagiaron a Raquel que fue la primera en levantarse del asiento para aplaudir con más fuerza. ¿Qué tipo de conexión o amistad existía entre ellas? ¿Acaso el nombre de Alexander era la respuesta? ¿Por qué sentía que su amistad iba más lejos y no porque ambas habían cogido a los mismos hombres?

- Amiwis si tuviera que elegir entre las dos, estaría difícil. Amanda tiene un cabello y cuerpo envidiable, además declama con madres la chaparrita. En la intimidad no sé como sea – sonrió Claudia -. Pero tu Raquel, aparte de ser remamona se ve que tiene clase, muy fina, te mira por encima del hombro, pero sobre todo ‘clase’ para hacer lo que te hizo y algo me dice que el nombre de tu blog sigue teniendo sentido para ti – finalizó Claudia observando la mesa donde estaba Raquel con Amanda.

Pero lo mejor de la noche fue cuando Los konvers subieron al escenario. Las mesas se pusieron a un costado y la fiesta empezó.

Mis amigos –la banda de nacos, según Raquel– tomaron por asalto parte de la pista. Amanda me llevó de la mano y nos mezclamos con ellos ante la mirada de Raquel que se iba por la sexta copa de vino hasta que Orlando apareció a su lado y la sacó a bailar. Por unos minutos se olvidaron de su rivalidad para disfrutar del ambiente y por primera vez vi divertirse a Raquel. Sonreía cada paso que daba y luego no había canción que no bailara, y no sólo con Orlando sino también con mis demás amigos.

Cuando todo estaba bien Amanda recibió una llamada y a los pocos segundos estaba de regreso.

- Me prestas las llaves de tu auto.

- ¿Qué pasa? – de inmediato me levanté

- Es mi hermano. Ya se aburrió de la fiesta dónde estaba y quiere venir para acá.

- Te llevo.

- Prefiero ir sola, a él no le gusta este ambiente y terminaré llevándolo a casa, pero guarda energías para mi regreso que bailaremos toda la noche – me dijo con un beso en la boca. Tomó las llaves y desapareció.

- ¿Por qué tuvo que pasarnos esto a nosotros? – fue la primera pregunta de Raquel luego de enterarse de la salida de Amanda -. Ya pedí disculpas a todos tus amigos por mis comentarios en tu blog, pero lo que no deja de golpearme el pecho es esa pregunta.

- No lo sé. Y creo que esta de más volver a tocar el tema – traté de zafarme.

- Teníamos planes de matrimonio, pero a ambos no nos importó, a ti te interesaba más tu trabajo y yo resulté fugándome con otro hombre. Nunca hubiera imaginado estar en este ambiente, menos contigo. Me he divertido tanto, pero sabes lo que más me molesta – sus ojos se clavaron en los míos -. Es no poder divertirme contigo, tener que verte con Amanda y yo ser una mera espectadora de tus besos y abrazos.

- Tú quisiste venir con nosotros.

- ¿Es que eres tan imbécil? ¿Acaso no tienes sentimientos? Y quizás tengas razón, yo fui quien quiso venir, pero tampoco puedes negar la forma como me mirabas, y acéptalo aún sigues enamorado de mí, pero no puedes hacer nada porque piensas que traicionarías a Amanda, y creo que ya es tiempo que tomes una decisión o ¿crees que Amanda se fue de aquí porque lo quiso el destino?

- Qué diablos dices.

- No necesito explicarte para que comprendas. Pero hace tiempo que te devolvieron a tu chica – sonrió para luego ir a la barra en busca de otra copa de vino.

Me levanté de la mesa para seguirla, esta conversación teníamos que finalizarla. ¿Cómo era que Amanda se había ido a propósito? Pero la conversación tendría que postergarse cuando el personaje faltante de ésta historia apareció en escena.

Alexander desde la puerta contemplaba a Raquel hasta que ella se percató de su presencia. Cuando me disponía acercarme Orlando apareció a mi lado.

- ¡Aguanta wey, no la vayas a regar! – me sostuvo del brazo mientras ambos veíamos como Raquel salía del restaurante con Alexander.