domingo, 14 de febrero de 2010

OTRA VEZ SOLO

Me miro al espejo y veo a un Jacob diferente, diferente a aquel hombre que meses atrás estuvo a punto de pegarse un tiro, aquel que cometió un grave error al descuidar a la mujer que tanto me amó.

Veo a ese joven Jacob cuando luchó por conquistarla entre tantos pretendientes. Aquel que fue capaz de enamorarla sin el dinero o auto lujoso que tenía Rodolfo, o el verbo de Fernando, pero aún así ella decidió ser mi enamorada.

Miro todo en retroceso, y no puedo dejar de sonreír. ¿Cómo diablos la rutina va matando el amor? Antes de vivir juntos soñaba con pasar el resto de mis días junto a ella, compartir la cama, prepararle el desayuno. Mi corazón me decía que ella era la indicada y ella pensaba lo mismo y ante todo pronóstico por parte de su familia que le decían que conmigo no tenía futuro, no le importó.

Y regresando al presente me es imposible encontrar respuesta a la pregunta. ¿Quién realmente tuvo la culpa de su huida? Si leyeron mi blog desde el primer capítulo dirán que fui yo el cabrón, el culpable de que Raquel se haya ido con otro, y que luego como María Magdalena lloraba para que me la devolvieran sin importarme con quien haya estado.

Fueron momento horribles los que viví, las noches de insomnio que pasé recriminando mi estúpida actitud fueron incontables. Pasaron semanas en los cuales de no haber contado con el apoyo Orlando que a veces tuvo que pedir permiso en el trabajo quizás ya no continuara escribiendo este blog. Porque lo que ustedes leyeron en el primer capítulo fue sólo como la punta del iceberg de todo lo que pasó.

Estaba preparado para iniciar una nueva vida y fue cuando apareció Amanda, que fue como un regalo del Señor, una mujer que con su manera de ser y sus comentarios sarcásticos me había devuelto la confianza para rehacer mi vida y no cometer los mismos problemas pasados.

Pero el principal inconveniente no lo había solucionado. Las palabras que Raquel me dijo en "Letra y Música", me revolvían la mente. Ella buscaba una oportunidad y yo no podía negarlo seguía enamorado de ella, pero el amor de Amanda con su inmensa comprensión no sólo para mí sino también para con Raquel, me dejaban sin palabras. Y claro, aquella noche cuando apareció Alexander en el restaurante comprendí el por qué de esa ayuda mutua entre las dos.

- ¿Qué mierda quieres? ¡Lárgate de aquí! – le gritó Raquel en la calle frente a las personas que caminaban de un lugar a otro.

- Vine por ti – el aspecto del tipo era descuidado, nada comparado a como acostumbraba vestirse en sus buenos días. Y no le importó verme junto a Orlando. Lo que él quería era conversar con Raquel, tratar de remediar su error.

El espectáculo llamó la atención de muchas personas, Raquel observó a todos y sin decir nada tomó del brazo a Alexander y se lo llevó fuera de nuestras vistas.

- Wey ni se te ocurra seguirlos – me previno Orlando -, deja que solucionen sus problemas. Ese cabrón fue el culpable de todo este rollo. Raquel regresó, y si la vas a perdonar déjala que primero chingue a ese puto.

Cuando Raquel regresó al restaurante lo hizo junto con Amanda, ambas venían con lágrimas en los ojos. No dijeron nada, simplemente se sentaron por unos minutos más y luego me indicaron que era momento de regresar al departamento.

Durante el trayecto tampoco hablaron y yo no quise preguntar nada. Las lágrimas continuaban invadiendo sus ojos.

Raquel fue la primera en ingresar al apartamento para correr a su cuarto y cerrarlo con seguro.

- ¿Qué pasó? – por fin me atreví preguntar a Amanda que también corría tras sus pasos. Volteó a verme por unos segundos con esos grandes ojos negros.

- Nada y dudo que algún día ese perro pueda tener hijos – respondió e ingreso a la habitación para también cerrarla con seguro y yo tuve que dormir en el sofá.

Para cuando desperté Amanda preparaba el desayuno en la cocina. Había recobrado su estado de ánimo, cantaba una canción de Sabina –…y nos dieron las diez, las once….– no quise tocar el tema y me acerqué por un vaso.

- Raquel se acaba de ir – me dijo mientras bebía agua. Si no me ahogué con el líquido fue de milagro.

- ¿Y eso? – traté de que mi voz sonara natural, pero no podía negarlo un vacío invadió mi cuerpo.

- Alexander vino decidido a recuperar su amor. ¡Pinche hipócrita! – dejó escapar una sonrisa apagada -. Y no te hagas el pendejo, que siempre estuve al tanto de todo. Ella sigue enamorada de ti y tú… - se calló por unos segundos -. En verdad no lo sé, por más que intento penetrar en tus pensamientos no puedo. Y a veces también me pregunto qué mierda hago aquí contigo. ¿Por qué fui capaz de dejar que ella entrara en nuestras vidas otra vez? Pero luego me digo que era la única manera de saber si de verdad podíamos iniciar una buena relación.

- Y no lo estamos haciendo.

- Pero tu mente sigue pensando en ella. No pecaste carnalmente, pero ganas no te faltan.

- Puedo superarlo.

- No Jacob. No soy estúpida, estarás conmigo, pero seguirás pensando en ella o estarás con ella pero pensando en mí. Es por eso que también me iré ahora.

- ¿Qué?

- Tengo todo listo. Fue el acuerdo con Raquel. Te dije una vez, pediste que te devolvieran a tu chica y te llegaron dos. Y ha llegado el momento de elegir a una – finalizó para luego ir por sus cosas al cuarto y desaparecer tras esa puerta que meses atrás cruzó Raquel y yo sigo aquí frente al espejo sin saber qué hacer o por quién elegir.

Lo único que si sé es que esta historia ya esta por terminar y sólo espero que sí tenga un final feliz.